Pero el foco de atención para combatir el crimen organizado en las ciudades se centra mayoritariamente en la lucha contra las guerrillas, las disidencias de grupos desmovilizados y las Bacrim que controlan las redes de microtrafico, loteo ilegal, fléteo, secuestros y extorciones.

No obstante, dentro de amplia red de delitos que tienen lugar en las ciudades hay unos que vienen creciendo, pero no necesariamente están siendo manejados por grupos armados estructurados y, tienen una grave afectación directa en las condiciones físicas de las ciudades, sus equipamientos y la calidad de vida de sus habitantes.

Se trata de los delitos asociados al vandalismo urbano, dentro de los cuales, los más comunes son: el robo de tapas de alcantarillado, los separadores de las vías, las señales de transito, las redes del alumbrado público y semaforización, la destrucción de equipamientos públicos y la mala disposición de residuos en vía pública y quebradas (especialmente los RCD, popularmente conocidos como escombros).

Acciones ilegales tan poco combatidas y sancionadas, que incluso la norma no las establece como delitos, sino que les da la categoría de infracción y su sanción difícilmente trasciende una multa. Sin embargo, estos actos de vandalismo, que son menos visibles o perseguidos que otros delitos, vienen generando altos costos para todos.

Una red de semáforos que no funciona, vías de gran velocidad sin separadores viales, andenes y calles sin tapas de alcantarillado, puntos críticos de escombros en espacios públicos y retiros de vías se han convertido en trampas mortales para miles de personas y son algunas de las graves consecuencias de estos vándalos.

En todos estos hechos existe un actor común, los habitantes en situación de calle, personas que por su condición socioeconómica están tan abandonadas que pueden hacer lo que quieran (sea bueno o malo lo que hagan) sin recibir nada a cambio.

Estas personas en situación de calle suelen tener motivaciones diversas para adelantar estos actos, pero el obtener dinero para financiar drogas o procurar su subsistencia son las de mayor relevancia.

Y en este escenario, este tipo de contravenciones viene creciendo en las ciudades del país a los ojos de todo el mundo. Pero, las autoridades de gobierno y policía poco parece que estén haciendo.

Es un asunto muy preocupante por un lado, porque está haciendo que las ciudades colombianas sean de alto riesgo, pues cada vez tienen más trampas mortales de este estilo. Y por otro lado, porque la pasividad de las autoridades está estimulando mucho más estos delitos y no hay ni sanción ni correctivos.

Es un escenario bastante desesperanzador, en el que cada ciudadano puede sumar a la solución, comenzando por denunciar si presencia estos hechos y presionando a sus gobernantes y autoridades de policía para que comiencen a atender estos actos vandálicos y no los sigan ignorando.



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